Al final la florista y Charlot se reencuentran.Ella ha recuperado la visión y ambos bailan un arrebatador pas de deux con fragmentos de la música de Luces de la ciudad.
La eternamente inquieta Lemper, quien ha actuado en diversas comedias musicales y filmado numerosas películas, adora evocar de pies a cabeza a la legendaria Marlene Dietrich, y ama con pasión a Bertolt Brecht y a Kurt Weill.
En "La vie en rose" no hay dramaturgia que valga;las inmortales canciones marcan la concepción escénica.La coreografía, con elementos clásicos, es nostálgica y triste a la vez;trata de artistas que hemos disfrutado en nuestra juventud y que lamentablemente ya no están más entre nosotros.