El aspecto musical es el que sale fortalecido en un capricho escénico que obvia y prescinde voluntariamente del preciosismo de una música de exaltado lirismo, que no ve su correspondencia sobre el escenario
Una 'Aida' con algún paso al frente, pero que siempre se verá lastrada por su dirección escénica y a la que se le auspicia un futuro basado sólo en alguna estrella, algún punto de luz en el que fijarse y esperanzarse
Akhmetshina se ha transformado en la Carmen ideal.No sólo su voz es pareja, voluminosa y a la vez flexible y maravillosamente intencionada en los fraseos;su presencia escénica es de esas que pisan fuerte e inmediatamente atraen la atención de cualquier espectador
Michieletto convierte Medea en una historia actual, cargada de realismo y sumamente lógica.Mantiene el mito clásico pero iluminándolo desde otra perspectiva que de repente lo cambia todo.Para Michieletto el centro de la historia, su justificación, son los niños.
“Cuando uno escucha su nombre, es necesario cerrar dos dedos de la mano derecha para evitar el mal ojo.Muy parisien.Bien elegante” [Flaubert sobre Offenbach]
Michieletto dice en el programa de mano que ‘la embajada es un lugar anónimo que no inspira una fantasía’.Un banco tampoco suele inspirar mayor fantasía que una embajada y ciertamente no lo logró en esta puesta en escena donde se quiso dar vitalidad a través de la modernización de los diálogos y de la danza.
Es cierto que el cementerio está lleno de valientes, y que los cobardes, pese a quedarse en la orilla, tienen el privilegio de seguir viendo el agua correr, pero el mundo de la ópera no está hecho para quienes agachan la cabeza e intentan ser complacientes.
A nivel físico la puesta en escena está determinada por lo claustrofóbico.Todo son interiores en una ópera que demanda espacios externos en más de una ocasión.Una plataforma giratoria, usada con profusión, hace que se vayan presentando diferentes salas (y pasillos) de un palacio dieciochesco, austeras y secas, ligeramente ajadas
En esta Katia 'Kabanova' la distancia entre los personajes desemboca en una falta de tensión agravada por el sanitizado minimalismo surrealista de la escenografía.Tanto en esta como en otras obras suyas Janáček pide un verismo pucciniano en su inmediatez y no una colección de alegorías.