El trabajo de Francisco López es puro teatro.La concisión de la trama reducida a sus elementos esenciales -y, por ende, universales- proporciona una claridad a la historia al mismo tiempo que una condensación dramática impresionante.
La respuesta coral fue magnífica en términos de puro sonido, empaste vocal y dicción básica, a falta de mayores matices que tampoco le fueron exigidos por parte de la batuta
La belleza plástica de los grandes conjuntos hace acto de presencia en Sonatas, la primera propuesta que abría este homenaje y que no se veía en escena desde su estreno en este coliseo en 1982.La riqueza de la escuela bolera entendida por Ruiz Soler transpira aquí por doquier.
El Ballet Nacional de España ofrecerá cuatro funciones de ‘Centenario Antonio Ruiz Soler’ del 13 al 16 de octubre en el Teatro Real de Madrid.El programa está formado por coreografías de flamenco estilizado, folclore y escuela bolera de Antonio, y obras de Rubén Olmo, Miguel Ángel Corbacho y Carlos Vilán inspiradas en su estilo.
Así se cierra esta muy meritoria temporada de ópera en Les Arts.Se palpó el disfrute entre el público.Y se agradeció su calor, favorecido por el aumento del aforo.Bajado el telón, el coro en los palcos supo conducir al respetable, no tan dócil como en realidad convencido, a una sucesión de aplausos rítmicos, esos que sólo se escuchan en las grandes ocasiones.
El criterio escénico de Giancarlo del Monaco nos sitúa frente a los fantasmas y miedos de la gitana Salud, optando por un clima opresivo y traumático que bien puede ser un trasunto del subconsciente de la sufriente protagonista.
Esta conversación, completamente ficticia, nos sitúa durante un ensayo de la propia obra y nos ofrece la imagen de un apocado Falla frente a un Giménez, veterano hombre de teatro que anima al joven Don Manuel a buscar el éxito en París.
La puesta en escena y los decorados son un buen trabajo de Giancarlo del Monaco, aunque se vio empañado por un par de licencias innecesarias e inoportunas.Se pierde así el pathos y el embrujo de la muerte por amor a la que está destinada la gitanilla, que vive con intensidad una vida breve pero ancha de emociones a flor de piel.
Poderosa y plenamente reconocible seis décadas después de su laborioso nacimiento, esa identidad remite no sólo a 'West Side Story', sino a todo lo que sucedió y todavía sucede con posterioridad a su estreno, conformando un hito de la cultura contemporánea y una marca inconfundible.
Desde la obertura la Real Filharmonía sonó con desgana, cansada, sin rastro de ese “aliento ardiente” que ha de mover la obra.Cierto que apenas hubo más refuerzos que los estrictamente necesarios para cubrir las partes del metal –dentro y fuera del escenario-, y que Daniel procuró en todo momento no tapar a los cantantes.