Viotti logró subir el listón con una 'Isla de los muertos' de Rachmaninov más pausada que supo captar a la perfección la esencia sombría y melancólica de la obra, evocando vívidamente el paisaje lúgubre y el profundo sentido de desolación de la pintura de Böcklin
Qué duda cabe que el arribo de Sir Antonio a la LSO es lo mejor que le ha podido ocurrir a esta orquesta en los últimos años.Pappano, próximo director principal de la LSO, es el conductor ideal.
El pianista graba los conciertos 1, 2 y Totentanz de Franz Liszt y Burleske de Richard Strauss con la Filarmónica de Moravia, dirigida por el estadounidense Jonathan Pasternack.
La música sacra de Bruckner ha despertado siempre mucho menos interés que sus sinfonías.Solo el Te Deum, la Missa nº 3 y una docena de motetes (entre ellos, Locus iste) han conseguido ocupar un puesto cercano a las sinfonías
La aprobación del público no sólo se midió en aplausos –que por supuesto-, sino sobre todo en los tres largos silencios al acabar cada una de las tres interpretaciones.
Krichel ofrece una paleta sin precedentes así como toda la gama de matices de un lirismo sin empalagos.Su virtuosismo no es un alarde de demostración, y su poética es la de un músico que sabe reflexionar sobre lo que toca.
Babayan ha desarrollado un amor particularmente ferviente por las obras de Rachmaninov y aprecia especialmente la variedad de estados de ánimo y de colores de la música.
La ' Sinfonía nº 2' de Brahms fue una combinación sensata con el 'Concierto para violín' de Dvořák.Herreweghe evocaba, en la presentación previa ante el público que colmaba la sala de la Filarmónica de Essen, que en aquellos años un Brahms ya famoso apadrinaba a un Dvořák poco conocido inicialmente.
El manejo de clímax y dinámicas fue modélico por parte de Peter Flor, cuyo impulsivo dinamismo corporal sobre el podio en los instantes trágicos de la condena eterna fue clave para inyectar tensión dramática durante toda la 'secuencia' del Requiem