Todo festival que se precie, y más si es monográfico, tiene el deber y la función de presentar no sólo obras maestras consagradas sino otras que pueden ser interesantes o que han sido olvidadas.Y naturalmente no todas son perlas raras.
Cuando Adriana declama, la cantante entra en el melodrama del habla-conocimiento, un medio de demostrar emoción o desenfado, que aquí consigue un efecto especial por su duración y originalidad (el canto se convierte en un medio normal de comunicación, el habla sirve a la expresión artística).
Acudir a la producción de "Anna Bolena" que para Parma había ideado el otras veces excelente Antoniozzi no fue buena idea.Todos los cortesanos parecen dipsómanos y Seymour la primera.El vestuario es de una incoherencia total.
La inauguración de la Scala es una especie de rito laico.No sólo por la presencia de ‘vips’ de todos los campos, sino por todo el ‘glamour’ que rodea a la representación.También porque algunas veces el famoso ‘gallinero’ quiere dejar su huella, sea con razón o sin ella.
Esta versión con final feliz de los amores infortunados de'Elisabetta, Regina d’Inghilterra' cede claramente en lo dramático ante la versión más ‘histórica’ (y trágica) de Donizetti.Hay, por supuesto, momentos memorables junto a ‘autopréstamos’ un tanto embarazosos.
Una larga mesa, sillas, unos figurantes que no se sabe bien para qué están y que se limitan a presentarnos en sus evoluciones (movimientos coreográficos de Mattia Agatiello) sucesivas combinaciones amorosas a dos, a tres o incluso a cuatro si no recuerdo mal.
La nueva producción de 'Tosca' con la que se inauguró, con toda pompa y gran repercusión mediática, la temporada ha resultado ser una digna hermana menor de los grandes montajes y las musicalmente gloriosas funciones que son ya leyenda moderna del Teatro alla Scala
Chailly dirigió muy bien, pero muy lento, una versión de 'Tosca' que recogía la original de Puccini.Interesante conocerla aunque pienso que seguirá prevaleciendo la versión ‘recortada’ tradicional.¿Es esta una 'Tosca' interesante?
Mariella Devia ha sido la gran Elisabetta de los últimos años, al punto de merecer nada menos que dos grabaciones prácticamente consecutivas, con dos composiciones vocales idénticas, pero con visiones escénicas diametralmente opuestas.
Chailly, aunque a veces se tomó las cosas con calma, nos sirvió un preludio sombrío y majestuoso y una introducción magistral al cuadro de Aquileia, la del famoso amanecer, que pone el dominio verdiano de los recursos orquestales muy por encima de los que muchos están dispuestos a concederle.