'Tristan und Isolde', que resulta perfectamente tonto cuando todo se grita, se convierte en una joya de psicología y de conocimiento del alma humana cuando dirección musical, dirección escénica y actores saben restituirlo.
Neuss am Rhein es una ciudad solidaria, hospitalaria, cortés y afable, de 150.000 habitantes, que desde el estallido de la abominable guerra de agresión de Rusia en Ucrania ha recibido a 1.500 refugiados ucranianos en su comuna.
Las páginas habituales de arte contemporáneo solo daban visibilidad a artistas de contrastada trayectoria como Damien Hirt, Tracey Emin o Marina Abramović.Muchas de estas páginas han pasado a ser una especie de boletín decimonónico mientras que Plataforma de Arte Contemporáneo (PAC) se ha reinventado año tras año apostando por artistas noveles sin dejar nunca de publicar la influencia de los mencionados creadores consagrados.
La producción crea un mundo en movimiento, mas no logra ser un alegato terminante en favor de una versión escenificada de la obra;se pierde en minucias, hay bastante chatura en la exposición, si bien hubiera podido prosperar aprovechando sus contrastes.
Stone se ha arriesgado con uno de los títulos más “sagrados” de la historia del género y la pirueta se le ha ido de las manos.Lo que nos ha narrado en escena, con una factura técnica absolutamente impecable, eso sí, no es Tristán e Isolda, ni siquiera una interpretación radicalmente distinta, sino una historia diferente.
Tras varios años de laboriosa investigación, el Museo Städel ha logrado reconstruir en gran medida y por primera vez la colección original de dibujos de su fundador e identificar cerca de 3.000 obras que se han conservado en esa institución hasta el día de hoy.
En España vilipendiar, difamar e incluso llegar a desear un cáncer de páncreas a un miembro destacado es algo aceptado bajo los bajos parámetros de todos aquellos que viven con un alto grado de frustración y se arrodillan al estatismo sedientos de subvenciones públicas como hienas.
White Silence de Sánchez-Verdú, es un precioso homenaje al sosiego, a la paz, al encuentro consigo mismo que uno percibe cuando camina por la nieve fresca, recién precipitada sobre la tierra, inspirado en un paisaje invernal de Pieter Breughel el viejo.
Con Hirtenweise aus Tristan und Isolde für Englischhorn (1859) pretende Hommel, además de abrir las puertas cromáticas del siglo XX, establecer vínculos con un pasado remoto en el que seguramente un pastor fue quien primero unió dos cañas para descubrir el que sería futuro sonido del oboe.
una experiencia que reafirma la opinión de quienes piensan que la autenticidad de Bach no depende del tipo de instrumentos.Sean éstos de período o no, la autenticidad reside finalmente en la intemporal presencia de una matemática poética, espiritual, y de arrolladora certidumbre