La honorable y simpática personalidad de Bruckner le granjeó el beneplácito general, sus actividades docentes captaron el cariño de sus alumnos y su entusiasta admiración por Wagner le propició el más firme apoyo del “partido”.
El verdadero protagonista de la ópera, ese múltiple, desfachatado, simpático y modernísimo Fígaro (interesado por el dinero, pero con su corazoncito) tuvo en Olivieri el protagonista que ya le vimos en Milán y Viena, aunque más desvergonzado, más divertido y divirtiéndose, y cantando con propiedad
Rilke es uno de los tres grandes poetas en lengua alemana del modernismo, junto con Hugo von Hofmannsthal y Stefan George.Su patrimonio estaba antes en manos privadas y, aunque era accesible al público y a los investigadores, no estaba catalogado como lo está ahora.
El discurso musical de Widmann es diáfano, ordenado y direccional, su infalible retórica es tan certera como conmovedora y así lo sintieron los alumnos de la JONDE que tocaron en una suerte de estado de trance.
El elenco, como el Coro, hizo un muy buen trabajo, sin excepciones.Esa robustez en el elenco, una escena apasionante, una dirección y un foso sobresalientes han reafirmado la capacidad de 'Rigoletto' para abordar temas imperecederos y despertar emociones profundas y perdurables.
Montar 'Nerone' es empresa ardua.Desde el punto de vista musical requiere una orquesta y un coro refinados y potentes, numerosos coprimarios y cinco cantantes principales de primerísimo nivel que acepten estudiarse una obra que quizá no vuelvan nunca a interpretar
Tézier pertenece por derecho propio a los grandes intérpretes del rol de Rigoletto, y por lo mismo tiene derecho a la consideración de gran cantante.Canta lo que Verdi escribió y, dentro de lo escrito, encuentra acentos, palabras, frases que destacar sin quebrar ni un momento la línea de canto, sin respirar cuando no debe para provocar luego impacto con una explosión.
'Schattenhaft' es difícil, pero no es aburrida.Escrita para orquesta tradicional con dos percusionistas y un piano, el lenguaje es muy radical, pero a estas alturas no presenta nada especialmente novedoso y el resultado auditivo -gracias a una escritura sin borrones y a una ejecución muy atenta por parte de orquesta y director- consigue un cierto ambiente de banda sonora que mantuvo el interés durante sus quince minutos de duración