Con Slobodeniouk las emociones nacen desde dentro, merced a un control absoluto de la orquesta, a su precisión gestual, y al empeño en favorecer la claridad sonora por encima de los colores.
Una de las grandezas de lo que entendemos por “música clásica” reside en que el sonido se produce únicamente a través del esfuerzo humano, lo que conlleva unas evidentes limitaciones físicas en su transmisión y la consiguiente necesidad de hacerlo en un espacio cerrado con acústica adecuada.
La Sinfónica de Galicia retoma su actividad musical con conciertos privados que emitirá tres días a la semana en su canal YouTube.Los músicos regresan al Palacio de la Ópera de forma escalonada y en pequeños grupos para ensayar la música de cámara que interpretarán a puerta cerrada en el Teatro Colón del 3 al 19 de junio.
Con estos ingredientes, podemos concluir que hemos escuchado esta noche una muy seria, actual y rigurosa partitura, 'sol, quizás, o nada', de una alta calidad poco frecuente por estas tierras, y que se sitúa entre las páginas orquestales más importantes de cuantas en Galicia se han compuesto en lo que va de siglo XXI
El Bruckner de Inbal se caracteriza porque va al tuétano de sus sinfonías, en versiones que se sitúan en la equidistancia entre el fervor religioso y las cogitaciones filosóficas.Aquí no hay más –ni menos- que la familiaridad de muchos años con estas obras, concebidas no como “catedrales sinfónicas” sino como piezas del repertorio habitual, cuya excepcionalidad no reside en su mera programación, sino en una interpretación que sabe desde el principio hacia dónde va.
Por supuesto que reconozco el mérito de Grimal en semejante hazaña;pero el mismo resultado sonoro hubiera podido obtenerse con un ordenador.Y mientras existan orquestas sinfónicas tal y como las venimos conociendo desde hace siglo y medio, requerirán de los servicios de un director capaz de propiciar –además y sobre todo- la emoción que la informática tiene vedada y que necesitamos quienes asistimos a los conciertos.
Tanto Rostropóvich como Slobodeniouk son directores rusos que hacen un Shostakóvich netamente occidentalizado, sin imprimir a sus orquestas el sabor tan ruso, acerado y rudo de un Kiril Kondrashin, ni el sarcasmo, los contrastes y el sentido del humor de un Gennadi Rozhdéstvenski.
Tras besar galantemente la mano de Khatia Buniatishvili, el concertino Massimo Spadano se quedó tan patidifuso al observar el generosísimo escote posterior de su vestido que no reparó en la mano que le tendía Dima Slobodeniouk.
Palacio de la Ópera.Christopher Park, piano.Orquesta Sinfónica de Galicia.Christoph Eschenbach, director.Robert Schumann: Concierto para piano y orquesta en la menor opus 54.Gustav Mahler: Sinfonía nº 5 en do sostenido menor.