Hadelich interpretó inspiradoramente el Concierto para violín nº 5 en la mayor KV 219 de Mozart e hizo vibrar de emoción a la platea.El violinista aplica aquello de que las obras de Mozart no deben tratarse con guantes de seda.
En todo momento se percibe que Christoph Spering está íntimamente familiarizado con la Sinfonía Coral.Esta familiaridad no se combina con el deseo de transmitir un mensaje sentimental.Se preocupa ante todo de la música como tal, de la arquitectura de los movimientos y de la dramaturgia instrumental.
Acertadamente, Bolton hace sonar el tercer movimiento como una música Biedermeier, recordándonos que la 'Coral' fue un encargo de la Philharmonic Society of London y que Beethoven tuvo muy presente lo que conocía sobre las modas musicales londinenses
Lucienne Renaudin Vary no tiene la menor duda, ella tiene que tocar descalza para que las plantas de sus pies apoyadas directamente sobre el suelo del escenario sientan la música que resuena a su alrededor.
La London Philharmonic bajo la égida de Ed Gardner con Ólafsson al piano desató una eclosión de aclamaciones.El suntuoso sonido, especialmente de las cuerdas, pero también de los vientos, así como la formidable cohesión de este conjunto excepcional con el solista convenció desde un comienzo, causando gran emoción en la platea.
El oyente encontrará aquí una sonoridad muy buscada -en la que se explora y extrae con maestría las posibilidades tímbricas del instrumento-, un exquisito cuidado en los cambios de dinámica y, como ya se ha subrayado, especialmente en esos fortes atacados en las tesituras más graves.