Para “The Ukulele Orchestra of Great Britain”, el medio es el mensaje.El instrumento impone el esquema radical en cada melodía.Sus músicos mezclan el garbo instrumental y el canto afable con no pocas chanzas inimitablemente británicas.
Una 'Carmen' bien preparada sinfónicamente, pero sin salero.Y sin el sarcasmo cruel pero humorísticamente irresistible de este mítico vaudeville, que por su dramatismo directo está más cerca de 'West Side Story' que de cualquier amaneramiento operístico tradicional
Akhmetshina se ha transformado en la Carmen ideal.No sólo su voz es pareja, voluminosa y a la vez flexible y maravillosamente intencionada en los fraseos;su presencia escénica es de esas que pisan fuerte e inmediatamente atraen la atención de cualquier espectador
El Barbican se transformó en una especie de templo durante la serie de funciones de este refrescante 'Mahabharata'.Algunos espacios fueron dedicados a la meditación, relatos orales y ejecuciones de sitar, sarangi y bansuri.
Los países europeos tienen una responsabilidad especial: al fin y al cabo, lo que está en juego es su propia defensa, y ésta no puede seguir dependiendo de los Estados Unidos, tres cuartos de siglo después de la Segunda Guerra Mundial.
Actualmente me enfoco siempre en mis objetivos musicales, y cuando lo músicos ven una forma de trabajo concreto, los prejuicios caen rápidamente para dar lugar a lo que siempre nos interesa que es el hecho artístico en sí, al más alto nivel posible.
Durante las primeras décadas del cine sonoro, la mayoría de las adaptaciones de musicales de Broadway distaron mucho de ser fieles a los espectáculos originales de Broadway.Los musicales de cine duraban menos de dos horas;
China como rival y amenaza: esta narrativa es cada vez más frecuente en la comunidad estratégica estadounidense.El secretario de Estado, Antony Blinken, califica a China como el desafío más serio a largo plazo para el orden internacional.
'Tristan und Isolde', que resulta perfectamente tonto cuando todo se grita, se convierte en una joya de psicología y de conocimiento del alma humana cuando dirección musical, dirección escénica y actores saben restituirlo.
Si la identificación de la música romántica y la emoción nos parece obvia, al igual que a los artistas y al público del siglo XIX, resulta desconcertante que tan pocos pensadores contemporáneos estuvieran de acuerdo o la aprobaran.