Aunque Berlín seguía siendo prácticamente la capital hedonista del mundo en los dorados años '20 "Noticias del día" causó un pequeño escándalo en aquel entonces, lo que pone de manifiesto el cambiante clima político que reinaba ya en ese momento.
Para el final de la ópera Rech decide marchar por otro sendero, fuera del libreto original, algo que desde el punto de vista actual es por demás comprensible.El teniente B.F.Pinkerton no sobrevive a su infamia, para sorpresa del público (y especial regocijo de las damas presentes: “¡lo tiene merecido!“).
La producción de Schmitt del Otello de Rossini es literalmente un redescubrimiento y desempolvamiento que enriquece el repertorio del universo operístico de Alemania.
Cuando las mujeres se transforman en ángeles, los hombres marchan al infierno.La divinizada madona ya no puede regresar a la Tierra y los hombres que la adoran enloquecen.La forza del destino deviene en una cruenta matanza entre el cielo y el infierno.
Brell, de 83 años, una leyenda viviente dentro del elenco del MIR, hace a la perfección, con voz asentada y flexible, el papel ligeramente grotesco del viejo Conde libidinoso Hauk-Šendorf en la búsqueda de una eterna satisfacción erótico-sexual.
Los textos de Dvořák, cantados, declamados y recitados, son de un poder narrativo tan intenso que el público atónito, completamente atrapado por la trama, podría muy bien imaginar las diferentes situaciones cerrando los ojos y escuchando las voces junto con la sugestiva y apuntalante música, como la de una banda sonora cinematográfica.
En la ciudad de Mahagonny está todo permitido (engullir, chupar, follar), menos no tener dinero, y quien tenga deudas y no pueda pagarlas es condenado a muerte, descuartizado y sus restos incinerados en el crematorio.
Musiktheater im Revier Gelsenkirchen.Moscú, Cheryomushki, opereta en tres actos y cinco cuadros, con música (opus 105) de Dmitri Shostakóvich (1906 – 1975) y libreto de Vladímir Mass y Mijaíl Chervinski, estrenada el 24 de enero de 1959 en el Teatro Mayakovski, de Moscú (traducida al alemán con sobretítulos).
Resulta evidente que Rahel Thiel (Leipzig, 1990) no deseaba llevar a escena una versión historicista de "Der Vetter aus Dingsda".Lastimosamente se equivocó al amputarle una parte de los diálogos cómicos y mordaces a la disparatada e inverosímil trama, sin aportarle nuevas, creativas y luminosas ideas, por lo que perdió así mucha fuerza, aburrió y se convirtió en una pieza casi irreconocible, a no ser por su famosa música
¿Es suficiente con pintar cuadros que transmitan mensajes inequívocos o el artista tiene también que comprometerse políticamente?Esta es la cuestión de conciencia que atormenta a Matías, el pintor, en la ópera homónima (Mathis, der Maler) de Paul Hindemith, muy pocas veces representada en estos tiempos.