El relato de Tatjana Gürbaca es inobjetable incluso en estos tiempos de guerra;nada de visiones románticas.Todo lo contrario.Lo que se retrata en este espacio escénico es ante todo un drama familiar intemporal y no local.
Madame morirá sentada ante la mesa, tras la conmoción que le causara el caos provocado por la revuelta de sus criados.En fin, no se trata de un efecto demasiado contundente como para causar un gran impacto teatral, pero sí como para sonreír con el humor negro de la trágica situación.
Hilsdorf, haciendo alarde de abundante buen humor, imprime su propio sello, apelando al saborcillo local de la Renania para hacer más potable este ladrillo de Wagner.El coro está disfrazado con los uniformes militares rojiblancos y sombreros de tres picos de los grupos renanos de carnaval (parodiando a las odiadas tropas prusianas que ocuparon estos lares desde 1822 hasta comienzos del siglo XX).
Creo que no debe haber cosa más difícil en el mundo de la ópera que la puesta de una obra de Richard Wagner con la que todo dios pueda quedar satisfecho.
Teatro Deutsche Oper am Rhein de Düsseldorf.La flauta mágica, de Wolfgang Amadeus Mozart (Salzburgo, 1756 - Viena, 1791), gran ópera en dos actos, con libreto de Emanuel Schikaneder (1751 - 1812), estrenada en el Freihaus - Theater auf der Wieden de Viena, el 30 de septiembre de 1791 bajo la dirección del propio Mozart, apenas dos meses antes de su muerte.