Alejandro Roy volvió a dar una lección de máxima entrega sobre el escenario y destacó por sus agudos potentes y firmemente proyectados.La otra cara de dichas virtudes es la debilidad por debajo del mezzoforte y la incapacidad para articular en esa franja dinámica un fraseo mínimamente plausible.

El programa llegó a su fin con ‘Là ci darem la mano’, del Don Giovanni, por parte de los dos becarios, que lo hicieron bien, aunque por supuesto lo harán seguramente mucho mejor en el futuro.El público aplaudió con calor

Con estos mimbres podía haber sido una gala maravillosa o simplemente de relleno, y algo hubo de las dos cosas.Ángela Meade fue maravillosa, pero como pasa en este tipo de galas cantó poco para lo que los aficionados hubiéramos deseado

Cuando Adriana declama, la cantante entra en el melodrama del habla-conocimiento, un medio de demostrar emoción o desenfado, que aquí consigue un efecto especial por su duración y originalidad (el canto se convierte en un medio normal de comunicación, el habla sirve a la expresión artística).

Las posibilidades de Jaho no pasan por la inmediatez o potencia en el centro y el grave, que es algo que exige el papel.La soprano, sin embargo, pudo superarlo más o menos gracias a su experiencia y al sacrificio de la ortodoxia en la posición en ciertos momentos, lo cual implicó cierto peligro vocal.

Quien destaca en esta producción es ‘la malvada’.Dominante desde su entrada, en su célebre aria, Simeoni canta con gran técnica y musicalidad.Una pena por eso mismo que la producción le amputara su última frase, con la que se cierra el tercer acto