DVD - Reseñas

Obligado Donizetti

Raúl González Arévalo
miércoles, 26 de septiembre de 2018
Gaetano Donizetti: Rosmonda d’Inghilterra, ópera en dos actos, con libreto de Felice Romani (1834). Jessica Pratt (Rosmonda), Eva Mei (Leonora), Dario Schmunck (Enrico), Nicola Ulivieri (Clifford), Raffaella Lupinaci (Arturo). Orquesta y Coro Donizetti Opera. Sebastiano Rolli, director. Paolo Rota, director de escena. Matteo Ricchietti, director de vídeo. Nicolás Bovey, escenografía e iluminación. Massimo Cantini Parrini, vestuario. Subtítulos en italiano, inglés, francés, alemán, coreano, japonés. Formato audio: LPCM Stereo, DTS 5.1. Formato vídeo: NTSC 16:9. Dos DVD de 151 minutos de duración. Grabado en el Teatro Donizetti de Bergamo (Italia) en noviembre de 2016. DYNAMIC 37757. Distribuidor en España: Música Directa.
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Este verano, al comentar las primicias en DVD de dos óperas “juveniles” de Donizetti, Il borgomastro di SaardamOlivo e Pasquale, recordaba que apenas una cuarta parte de sus setenta títulos han visto la luz en formato audiovisual. Precisamente la discográfica que más ha hecho por remediarlo ha sido la inquieta Dynamic, que está prestando un gran servicio al bergamasco, del que acaba de publicar, también en DVD, la primeriza Pigmalione y esa obra maestra que es La favorite con un reparto que promete. Entre tanto, es el turno de esta Rosmonda d’Inghilterra, que como las anteriores (salvo La favorita), se presenta en primicia videográfica, pero no discográfica.

En 1994 Opera Rara realizó una grabación prácticamente perfecta de este título, en la que fue la primera integral de Renée Fleming en los inicios de su carrera, rodeada de un gran reparto en el que destacaba Bruce Ford como Enrique II de Inglaterra y Nelly Miricioiu aportaba su talento dramático a la celosa Leonor de Aquitania. Los personajes son los mismos que en la vejez de sus vidas protagonizan esa gran obra de teatro que sirvió de base al duelo cinematográfico entre Katherine Hepburn –que se llevaría su tercer óscar– y Peter O’Toole: El león en invierno. Entonces la discográfica británica, como en tantas otras ocasiones, utilizó su propia edición de la partitura, la misma que había empleado para la recuperación de la ópera en 1976 con Yvonne Kenny, de la que subsiste una grabación en vivo. Aunque Dynamic anuncia que la grabación, realizada en el marco del Festival Donizetti de Bergamo, emplea una nueva edición crítica encargada por la Fundación Donizetti a Alberto Sonzogni, una comparación entre ambas no revela diferencias en los números y su orden hasta llegar al final, donde los británicos incluían una gran cabaletta para Leonora, procedente de una revisión posterior al estreno para Nápoles (1837), mientras que los italianos han mantenido el final original (1834), menos dramático (como ya observó la crítica de la época), en el que el silencio cae sobre la escena tras la muerte de Rosmonda. No hubiera estado de más que lo hubieran explicado las notas. 

La historia es bien conocida: Enrique II se ha encaprichado de la joven Rosamunda Clifford, hija de su antiguo tutor, que le corresponde sin saber que su amante es el rey y planea anular su matrimonio con Leonor de Aquitania. La reina descubre los amoríos del consorte y mata a la dulce Rosamunda. Para armar el libreto Donizetti contó con su libretista favorito, Felice Romani –que rehizo un libreto anterior para Carlo Coccia– y compuso la música bajo presión, como en tantas otras ocasiones, con momentos de altísima calidad. No en vano, el compositor llegaba a Rosmonda en un momento extraordinario de creatividad, después de Lucrezia Borgia y antes de Maria Stuarda y Gemma di Vergy. Como en todos estos títulos, contó con una gran diva, Fanny Tacchinardi Persiani, que posteriormente estrenaría Lucia di Lammermoor y Pia de' Tolomei y, excepcionalmente, con Gilbert-Louis Duprez, mítico Edgardo también y destinatario de los títulos parisinos, La favorite, Les martyrs Dom Sébastien, roi de Portugal.

El recuerdo de la ópera ha permanecido ligado a la cavatina de la protagonista. Su éxito fue tal que la Tacchinardi empezó a sustituir el aria de entrada de Lucia, “Regnava nel silenzio” por esta “Perché non ho del vento” –algunas publicaciones del siglo XIX la incorporaban de hecho como alternativa–, cambio que sancionó Donizetti al escogerla como presentación en la versión francesa de la heroína escocesa, Lucie de Lammermoor. Precisamente la práctica decimonónica fue la que propició su recuperación discográfica: en 1959 Joan Sutherland, aconsejada por Richard Bonynge, incluyó el aria como apéndice en su primera grabación de la integral para Decca (recuperada por separado en el misceláneo The Voice of the Century), en la que es la grabación más perfecta hasta la fecha. Posteriormente Beverly Sills la incluyó en su Bellini and Donizetti Heroines (Emi) y lo mismo hizo Lella Cuberli en su recital Rossini, Bellini, Donizetti (Fonit Cetra), dos versiones que merece la pena conocer.

El elenco reunido por el Festival Donizetti de Bérgamo no es solo difícilmente superable hoy día: es un magnífico reparto en líneas generales para una ópera espléndida. Jessica Pratt es la mejor representante actual de una tradición belcantista particularmente fecunda que ha surgido en Australia, de las que han sido sus máximas exponentes Nelly Melba, Joan Sutherland e Yvonne Kenny. No hay recurso estilístico y expresivo que se resista a su técnica, de una perfección al alcance de muy pocas intérpretes. Precisamente la prueba de fuego que es el aria de entrada la supera con matrícula de honor. Las escalas corren con gran facilidad, la voz es homogénea en toda la gama, los sobreagudos brillan, los trinos son perfectos y la intérprete propone variaciones originales. Es solo un avance de una constante que se mantiene hasta el final de la obra. Desde el punto de vista del papel su voz es más apropiada que la de la Fleming, más ágil entonces de lo que sería posteriormente, pero nunca una belcantista nata como sí lo es Pratt, a pesar de sus Imogenes y sus Borgias.

Uno de los alicientes de la obra es que presenta dos sopranos rivales, como en la posterior Maria Stuarda. Como mala de la historia Eva Mei está sencillamente perfecta. Leonora es un personaje ingrato, no solo porque termina matando a la dulce Rosmonda, sino porque, además, la música que le compuso Donizetti, aun siendo buena, carece del toque mágico de la protagonista. En esta ocasión, además, se ve algo mermada por la ausencia del rondó final que cierra la versión de Nápoles, menos espectacular que las famosas cabalettas de Bolena, Stuarda, Borgia o Elisabetta del Devereux, pero aún así una ocasión indudable de lucimiento, como confirma la grabación de Oper Rara. En este sentido, esta Leonora se asemeja a la Elisabetta de la Stuarda. A pesar de este panorama, Mei logra situar el personaje casi a la altura de su rival, con un canto purísimo, de igual dominio técnico –siempre ha sido una gran belcantista– y un dramatismo más acentuado, acorde con su papel, pero alejado del modelo Callas que podía recordar la encarnación de Nelly Miricioiu, de acentos más marcados. A la postre Mei ofrece un retrato interesante, más cercano a la Elisabetta del Devereux: una mujer fuerte que no está dispuesta a dejarse humillar por ningún hombre.

El argentino Dario Schmunck ha hecho carrera fundamentalmente en torno a Bellini y Donizetti, con incursiones puntuales en Rossini, Verdi y el repertorio romántico francés. Su presencia es constante en estos títulos, pero no ha alcanzado la primera línea. Es un valor seguro, sin duda, conoce el estilo a la perfección y maneja su instrumento con una pericia muy notable, aunque el agudo queda corto para los papeles de Rubini y otros tenores que empleaban un sonido mixto, y se mueve más cómodo precisamente en la vocalidad tipo Duprez. Sin un timbre particularmente atractivo ni una capacidad actoral particular, este Enrico me ha sorprendido gratamente, con una línea de canto más robusta y segura de lo que le recordaba, y una implicación dramática adecuada, dotando de acentos apropiados al monarca británico. Sin llegar a la altura de Pratt y Mei, ni al atractivo de Bruce Ford en el mismo papel, Schmunck realiza el que probablemente sea su mejor trabajo discográfico hasta la fecha, lo que no impide preguntarse cómo habría sonado Michael Spyres en su lugar, no solo por la brillantez de su recital del año pasado en Opera Rara, en la que incluye la cavatina del protagonista “Dopo i lauri di vittoria”, sino porque además fue el protagonista en la versión de concierto realizada en Florencia antes de estas funciones de Bérgamo, con él como Enrico y el resto del reparto idéntico. 

Como tantos bajos donizettianos, del Enrico VIII de Bolena a Baldassar de La favorita, Clifford es un principal sin aria propia, pero fundamental en los dúos con el rey y con su hija, en los que lejos de ser un mero apoyo reivindica su papel protagonista. Nicola Ulivieri aporta autoridad y nobleza, como corresponde, con una voz de bajo cantante sonora y cálida. Buena Raffaella Lupinaci como Arturo, paje al estilo de Smeton, pero sin aria siquiera, y menos desarrollado que en la versión de Carlo Coccia. Merecería escucharla en otro papel de mayor desempeño.

La dirección de Sebastiano Rolli fluye sin sobresaltos, atento al reparto y aprovechando cuando la partitura brinda la ocasión –la obertura– las posibilidades cantables de la partitura donizettiana. La Orquesta y el Coro, habituales del festival en los últimos años, desempeñan una labor sólida, con momentos realmente buenos. Cuanto más comprometidas son las exigencias de las óperas de madurez, más oportunidades tienen para poner de manifiesto su calidad.

La producción ideada por Paolo Rota es de una simplicidad que requiere poco comentario: paredes móviles permiten entradas y salidas de escena, pero la dirección de actores es básicamente estática, conservadora, en su planteamiento. El vestuario es tradicional, acorde con la ambientación, menos en el caso del coro, cuyo sentido aún se me escapa, como la iluminación perennemente en la penumbra. Son inconvenientes que la dirección de vídeo de Matteo Ricchietti salva, ofreciendo más variedad de la que la visión en escena permitía.

 Comoquiera que sea, hay que congratularse de que el Festival Donizetti haya logrado elevar su nivel, proponiendo incluso producciones que, al menos en el aspecto musical, en ocasiones como esta logran situarse al nivel del Rossini Opera Festival de Pesaro. Esperemos que Dynamic también aproveche la ocasión que brinda la edición de 2018, con el estreno de la primeriza Enrico di Borgogna en la edición crítica del experto en Donizetti Anders Wiklund y un reparto encabezado por Anna Bonitatibus y Sonia Ganassi. Sería primicia mundial, pues solo se conoce la cavatina del protagonista, grabada por Della Jones. También es una ocasión para tener en cuenta Il Castello di Kennilworth, de la que hay una grabación referencial en CD con Mariella Devia (Ricordi/ Fonit Cetra), pero no DVD. Jessica Pratt y Carmela Remigio también son dos elecciones ideales sobre el papel.

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