Lamsma demuestra un dominio epatante de su instrumento: increíble cómo maneja el forte y el piano, cómo se ríe de las agilidades, la energía que pone en general en su interpretación o cómo por el contrario sabe respirar y hacernos respirar
Dentro de la propia Europa ya existe un problema de seguridad que afecta a la seguridad de sus ciudadanos.La guerra entre Israel y Hamás ha desatado oleadas de antisemitismo e islamofobia en varios países europeos.
Ha llegado el momento de dejar de lamentarse del rechazo del público hacia la música actual y del conservadurismo de las programaciones.Cierto es que los periodistas y críticos musicales que propagan tales lamentaciones rara vez asisten a los conciertos de las bandas y orquestas gallegas.
La voz de nuestro colega Omar Jerez es la expresión de un grito de auxilio airado, aunque también impotente, como la de todos los judíos que viven en Europa en estos tiempos.
Si el coro, cantando y actuando, estuvo memorable, la orquesta no le fue a la zaga.No hablo de los detalles técnicos donde estuvo todo en su lugar, sino de la respuesta a la dirección de Young, a la que por primera vez se le confiaba una ópera en esta sala.
La historia encaja a la perfección en su entorno contemporáneo, también porque la estricta escenografía cromática utiliza deliberadamente elementos asiáticos artificiales.La palabra libertad en caracteres japoneses pintados en rojo (フリーダム) domina los paneles que circundan el escenario.
El conflicto sobre Gaza está ganando importancia principalmente por su potencial de escalada regional, sin que se trate, pese a todo el dramatismo de los acontecimientos, de un simple episodio del conflicto entre palestinos e israelíes limitado al pequeño territorio del Mandato Palestino.
Hay obras musicales que casi no precisan escenografías para despertar al instante la imaginación de los espectadores, como demuestra Manuel Schmitt en su producción de Salomé.