Abbado dirigió bien e hizo relucir a la orquesta, que está en un buen momento después de Gatti y a la espera de Mariotti, pero lo hizo muy fuerte en detrimento de las voces que no son, ni tienen por qué en esta ópera, cañones.
Pappano tuvo el gesto, en el que creo que era su último concierto como director musical de la institución, de programar tres autores italianos.Uno de los tres días en que se repitió el concierto hubo también otro gesto, esta vez improvisado, del maestro ante la escasez de público en la sala: "Los aplausos para vosotros, que habéis venido.
Acudir a la producción de "Anna Bolena" que para Parma había ideado el otras veces excelente Antoniozzi no fue buena idea.Todos los cortesanos parecen dipsómanos y Seymour la primera.El vestuario es de una incoherencia total.
Mark Minkowski realizó una lectura exhaustiva y lírica, precisa e imaginativa, clara y a la vez colorista, volcada en una orquesta en estado de gracia.Es difícil alcanzar una coherencia y riqueza mayor a partir de lo que de estos pentagramas dejó dispuesto Offenbach antes de morir y, después, quisieron disponer los avatares del tiempo.
"La dimensión inabarcable la da Furtwängler, que hace de la obra metafísica pura.Nada puede compararse a este prodigio de sensibilidad intelectiva o inteligencia sintiente, como se prefiera” [Ángel F.
Furtwängler creía que la adecuada interpretación de una obra se daba cuando existiera una 'Gemeinschaft', es decir una “comunidad de oyentes” imprescindible para un buen concierto como algo vivo y en permanente transformación.
Estas son las personas relacionadas con la música que han sido honradas por la Reina de Inglaterra coincidiendo con el nuevo año 2022.Entre ellas figuran Alistair Spalding (director del Sadler's Wells Theatre de Londres), Charles Alexander (director de Opera Rara), el pianista escocés Steven Osborne, el director de orquesta Alpesh Chauhan, John Gilhooly (director del Wigmore Hall), y otros.
La nueva producción de 'L'elisir d'amore' de Frederic Wake-Walker tiene como gran mérito el de no haber molestado: fue otra más de las suyas, desteñida y sin interés, y volvió a demostrar que este director tan sobrevalorado no sabe qué hacer con un coro
Deslumbrante, como siempre, John Cage, un compositor, al igual que Morton Feldman, con un corpus pianístico realmente destacable en su catálogo: un abanico de partituras en las que el músico ha de tomar no pocas decisiones para configurar finalmente la obra (trascendiendo la categoría al uso de intérprete), algo en lo que Elisa Vázquez Doval ha estado muy acertada, incidiendo, una vez más, en los elementos unificadores de este Etude Austral nº 1.
Osborn se lució como actor y cantante de modo notable volviendo a su nivel en Cellini y haciendo olvidar su pequeño traspié en "Pescadores de perlas".Dominó la partitura de arriba abajo como si de un juego se tratara y superó su imponente prestación de la salle Pleyel de París con Minkowski.