Los caminos de Mendelssohn y Wagner se cruzaron muchas veces, en Leipzig, Berlín, París y Londres.El aficionado que reniegue de uno para seguir al otro cometerá un error garrafal
Y descubrimos que Wagner es gracioso, que hace reír.Reímos y disfrutamos con la plasmación musical, ligera, espiritual de Wagner, lejos de las pesadas interpretaciones
El Aalto-Musiktheater de Essen ha conseguido crear una gran velada wagneriana con esta producción de Roland Schwab, que impresionó por su lenguaje visual, pero que también ofreció mucho espacio para pensar y reflexionar.
La maldición resulta cíclica.El puesto de Senta es inmediatamente ocupado tras su muerte por otra mujer.Siempre, nos podría estar diciendo Decker, habrá un “holandés” tan exigente como imposible de liberar.
Examinadas las cuestiones de pronunciación, dirección, instrumentos de época y puesta en escena de Wagner, Nagano y sus colaboradores aplicaron sus conclusiones a Sigfrido.Tal como fue concebida, esta producción ni siquiera necesita de escenografías estrafalarias o polémicas para despertar la imaginación del público durante las cuatro horas y media (con dos intervalos) que dura la función.
Una soprano de moda, un director que nos ha encandilado a todos los parisinos en Wagner, y una orquesta prestigiosa.Pero a la hora de la verdad Angel Blue carece de los graves necesarios para estas 'Cuatro últimas canciones'
La isla de los muertos es una obra maestra impresionista de clase propia que libera a Rachmaninov de la acusación general de hiperromanticismo sentimental a la manera de la desgarradora maquinaria sonora de Hollywood.
Lo que vemos se da de bofetadas con lo que leemos y también con la música.Ahora los malos son buenos y viceversa: el preludio del primer acto es ilustrado con el asesinato de Gotfried por … Lohengrin, mientras Elsa duerme
A veces el espectador tenía la sensación de que los 24 fotogramas por segundo de una cámara de televisión (el concierto está disponible en streaming hasta el 15 de abril) no alcanzarían para captar la impresionante digitación de Kantorow y que el artefacto capitularía, produciendo solo imágenes borrosas cuando sus dedos martillearan el teclado en el Allegro agitato assai.
En 'El Oro del Rin' hay alguna que otra escena espectacular, algún que otro momento de emoción, pero hay sobre todo mucha explicación.Si esas explicaciones no son trabajadas con mimo, se corre el riesgo de perder al espectador.