España - Asturias
For never was a story of more woe than this of Juliet and her Romeo
Ignacio Deleyto Alcalá
Oviedo, sábado, 19 de enero de 2002.
Teatro Campoamor. Ch. Gounod: Roméo et Juliette. Ópera en cinco actos. Libreto de Jules Barbier y Michel Carré. Estrenada en París en el Theatre Lyrique el 27 de Abril de 1867. Reparto: 'Juliette', Ainhoa Arteta. 'Roméo', Rolando Villazón. 'Mercutio', Carlos Marín. 'Frère Laurent', Stefano Palatchi. 'Tybalt', José Ruiz. 'Capulet', Alfonso Echevarría. 'Stefano', Alexandra Rivas. 'Gertrude', Soraya Chaves. 'Paris', David Colado. Coro de la Asociación de Amigos de la Ópera de Oviedo (A.A.A.O.). Director del coro: Antonio Bautista. Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA). Dirección musical: Reynald Giovaninetti. Dirección de escena: Francisco López. Diseño de Escenografía y Figurines: Jesús Ruiz Moreno. Coproducción del Teatro Villamarta (Jerez) y del Festival de Ópera de Oviedo. LIV Temporada de Ópera de Oviedo. Asistencia: 100%
0,0003084
La ópera francesa ha sido la elegida para el cierre de la actual temporada que ha sido variada, interesante, rica en acontecimientos y, como es normal, con sus luces y sus sombras (Salomé y Ernani, respectivamente). Gounod ha subido de nuevo al escenario del Campoamor después de dos años, esta vez con una de las tragedias románticas más universales de la historia del teatro, Romeo y Julieta. No es momento ahora para hacer paralelismos entre la obra teatral y el libreto de Barbier y Carré que sirvió de base a la composición de Gounod pero es necesario advertir que el libreto no es ni siquiera pálido reflejo del texto de Shakespeare. En casi ningún momento los libretistas son capaces de transmitir el olfato y poder dramáticos contenidos en la obra teatral, la caracterización de los múltiples personajes del texto original, ni la riqueza y belleza del lenguaje del de Stratford-upon-Avon; tampoco Gounod es capaz de suplir las carencias del libreto con su música que no siempre brilla con la misma intensidad y es que Faust sigue siendo su mejor tarjeta de presentación.Esta vez empezaremos nuestro comentario por la dirección orquestal ya que ha sido lo mejor de toda la producción y no suele ser el caso. Reynald Giovaninetti marcó un vibrante pulso dramático a la obra, siempre de menos a más, que motivó que a partir del duelo entre Capuletos y Montescos la versión fuera buscando inevitablemente el inevitable desenlace con una intensidad extraordinaria. Además, el director supo dar entidad y cuerpo a la obra (a pesar de un primer acto un tanto perezoso), cuidar los detalles sin efectos gratuitos y dotar al discurso musical de sosiego y reposo cuando así lo exige la partitura. Puede que se echara en falta un poco más de sutileza en momentos puntuales como el breve preludio musical de la escena del jardín, de una belleza arrebatadora, donde un poco más de expresividad se habría agradecido. Pero, en esta ocasión, su acierto con la orquesta fue pleno. Así disimuló el aparente abandono en la dirección de voces que a veces campaban a sus anchas por el escenario. La OSPA sonó de maravilla como viene siendo habitual en sus últimas intervenciones aunque la cuerda siga sin tener el necesario lirismo en los pasajes dolce.La pareja protagonista estuvo a la altura de la dirección y no desentonó. Ainhoa Arteta fue una 'Juliette' un tanto exagerada en gestos pero creíble en un personaje que le sienta de maravilla. Su instrumento sonó templado, mostró agilidad y buena coloratura aunque no demasiada elegancia. Mostró pasión y lirismo en sus intervenciones a dúo con 'Romeo' y resolvió bien su aria Je veux vivre aunque en general se le podía haber pedido mayor dulzura e intimismo. Su presencia escénica es notable y da medida de su profesionalidad.A su lado, el 'Roméo' de Rolando Villazón, fue compañero adecuado aunque no ideal. En general, no defraudó pues es un cantante que posee estilo, musicalidad y facilidad en el agudo pero su timbre revela cierta aspereza y cuando asciende al agudo el sonido es mate, sin brillo ninguno. A pesar de ello, su apasionamiento y temperamento así como sus dotes para la escena son encomiables en un cantante tan joven cuya carrera no ha hecho nada más que empezar. Aunque tanta pasión en la ópera francesa no es ni necesaria, ni estilísticamente adecuada.Dentro de los papeles no protagonistas hubo dos que brillaron con luz propia. En primer término, Stefano Palatchi, de mayor relevancia en la obra, que bordó su parte en una intervención sensacional, muy en su sitio, de voz templada y resonante y gran musicalidad. De igual manera en su breve papel, Alexandra Rivas -que cada vez canta mejor- mostró un instrumento en perfectas condiciones, una dicción ejemplar (fue casi la única cuyo francés sonaba comprensible) y una destreza en el manejo de la espada que dejó en evidencia a sus oponentes masculinos. El resto del elenco mantuvo un discreto nivel medio. El coro empezó mal y fue mejorando a medida que avanzaba la obra por lo que su intervención, que es complicada, se pudo salvar. El estatismo del coro no aportó gran cosa conceptualmente hablando y debió ser pesado hasta para ellos mismos.La puesta en escena estuvo a tono con la versión musical aunque sin ser nada especial. Lo peor fue la escena del jardín, sin poesía ninguna, con un árbol desangelado a un lado del escenario y un feo paredón detrás. Además, la excesiva luz blanca que salía de uno de los laterales aniquilaba el desarrollo de cualquier lirismo. Quizás se quería eliminar todo romanticismo de la escena, si esa era la intención, el director puede estar seguro de que lo consiguió. Pero, en general, hubo elegancia y buen gusto y una cierta (aunque no del todo convincente) sensación de tragedia anunciada. Y así se supone debe ser, pues, el trágico desenlace ya está presente en el coro inicial.El público aplaudió a rabiar y lanzó 'bravos' a los dos protagonistas como pocas veces. Quizás también subyugado por la inevitable tragedia de la historia lo cual diría mucho en favor de Gounod o quizás de Shakespeare y es que pocas obras producen un efecto catártico de tal intensidad. De todos modos, la sensación de gran noche de ópera estuvo presente en el ambiente al término de la función.En definitiva, una versión interesante con mucho a su favor que baja el telón del Campoamor hasta el próximo Septiembre. Veremos lo que nos depara la siguiente temporada. Por ahora ya han trascendido los títulos aunque siempre puede haber cambios (Tosca, L'Amico Fritz, Maria Stuarda e Il Turco in Italia). Como se ve, ni rastro de la ópera alemana, ni de otras que no sea la italiana. ¿Volveremos a las andadas?Recomendación discográfica para Roméo et Juliette de Charles GounodAunque no es una ópera tan de repertorio como otras, sí está bien representada en cuanto a grabaciones discográficas se refiere. Comentaremos algunas de las más interesantes. Se cita primero el año seguido del director de orquesta y, a continuación, los intérpretes de los papeles de 'Roméo' ,'Juliette' y 'Frère Laurent'. Finalmente, la orquesta, sello y nº de referencia de catálogo:1947 Emil Cooper. Jussi Björling, Bidú Sayâo, Nicola Moscona. Orchestra of the Metropolitan Opera. MYTO. MCD 89004La primera procede del Metropolitan de Nueva York en una velada dirigida por Emil Cooper en 1947. El mayor atractivo es el 'Roméo' de Jussi Björling de una musicalidad y belleza tímbrica extraordinarias. A su lado la soprano Bidú Sayâo, con voz de silbato, no está a la altura del tenor aunque defiende el papel con valentía. La calidad sonora es poco más que suficiente.1983 Jacques Delacôte. José Carreras. Patricia Wise. Kurt Rydl. Orquesta del Teatro del Liceo, Barcelona. OPERA D'ORO. OPD-1203.También en vivo, aunque muy posterior, es la versión del Liceo con un José Carreras entregado, de una efusividad no del todo justificada pero de una calidad interpretativa altísima, como casi siempre. Si Carreras está bien, mejor aún está Patricia Wise que encarna una 'Juliette' joven, dulce, de sobradas condiciones vocales y estilísticamente en su sitio. La dirección musical no es más que correcta en la batuta de Jacques Delacôte. El sonido mejora algo en relación a la versión anterior.1983 Michel Plasson. Alfredo Kraus, Catherine Malfitano, José van Dam. Toulouse Capitole Orchestra. EMI. CDS7 47365-8.El 'Romeo' de referencia es sin duda el de Alfredo Kraus que ha sido el tenor mas estilista del repertorio francés junto con Nicolai Gedda. Su instrumento centrado, cálido, suena juvenil y apasionado a pesar de que casi rozaba los sesenta años cuando la grabó. Su pareja, Catherine Malfitano no desdice para nada del tenor, la obra cuenta con un reparto importante y está dirigida por un especialista en este repertorio, Michel Plasson. Para muchos es la versión a tener.1995 Michel Plasson. Roberto Alagna, Angela Gheorghiu, José van Dam. Toulouse Capitole Orchestra. EMI. CDS5 56123-2.Quien busque la auténtica integral de la obra, música de ballet incluida, con la pareja de moda en la lírica y que además cantan de maravilla, sólo tiene que ir en busca de la última versión de EMI protagonizada por Roberto Alagna y Angela Gheorghiu. En el podio, repite Plasson. Al incluir la música de ballet, que en realidad poco aporta a la obra, hace falta un tercer disco lo cual encarece mucho el producto.Sobre la situación de la ópera en Oviedo y en AsturiasClausurada la LIV Temporada de Ópera de Oviedo, es momento de una breve reflexión sobre los últimos acontecimientos y sobre el marco en el que se mueve la ópera en Asturias. Esta temporada, más si cabe que las anteriores, ha venido marcada por la asfixia económica que pesa como una losa en el ánimo de todos los socios y aficionados asturianos. La primera consecuencia ha sido, según parece, la caída del quinto título para la próxima edición. Algo que debería haberse evitado a toda costa y que quizás sea preludio de cosas peores. Por lo pronto, nos olvidaremos del rumoreado Tristan que nunca ha sonado tan imposible como ahora. Sin embargo, no se debiera dejar de lado a la ópera alemana tras las recientes aportaciones (Holandés y Salomé) que han supuesto sonados éxitos para la A.A.A.O. Es momento de buscar alternativas válidas, coherentes y viables. Hay rumores de un Capriccio de R. Strauss para próximas temporadas. Sin embargo, no parece un título muy apropiado, especialmente cuando hay deudas históricas más urgentes por saldar. De los grandes compositores alemanes hay uno que por increíble que parezca aún no ha sonado en Oviedo, nos referimos, como no, a Beethoven. Su Fidelio sería una obra más accesible para el teatro y que puede entusiasmar de igual modo que un Wagner o un R. Strauss. Hecha la propuesta, pasamos a otra cosa.Aún es pronto para saber si la caída del quinto título será lo único a lamentar pero parece que la incertidumbre en Oviedo es tan inevitable como la muerte para la plena realización del amor entre Tristan e Isolde. Todos los responsables, directos e indirectos, debieran reflexionar sobre el inmediato futuro de la temporada y no castigar a la ópera a seguir navegando como el buque del Holandés sin encontrar la ansiada redención, o sea, la maldita financiación. Al contrario de lo ocurrido, lo deseable sería que aumentara el número de representaciones y títulos y que la ópera se abriera a más público poniendo más entradas a la venta. No son pocos los aficionados que llegan desde todos los puntos del Principado y de las comunidades limítrofes. Y más que llegarían, si se dieran las condiciones necesarias.Y es que aparentemente no hay otra alternativa. Gijón con una sequía operística que clama al cielo y que a nadie parece preocupar y Avilés con propuestas puntuales pero carentes de envergadura no hace sino confirmar que es Oviedo, por tradición y devoción, el lugar donde se debe centrar la mayoría de esfuerzos para que Asturias sea cada vez más una referencia ineludible para los aficionados a la ópera en todo el país. Ahora, también hay muchas fórmulas y no sólo la tradicional temporada operística. Sólo hay que mirar un poco más allá de nuestras fronteras y seguramente también dentro de ellas, para ver que hay muchas modalidades aún por implantar y explotar aquí. No faltarán apoyos políticos para propuestas atractivas que supongan un enriquecimiento a la oferta cultural de la ciudad, sea cual sea la ciudad elegida. Un poco de imaginación nunca está de más y, a veces, disimula la falta de dinero. Habiendo objetivos claros y bien definidos, ganas e ideas, hay ya medio camino recorrido.Mientras tanto, seguiremos un poco a la deriva y sin encontrar el norte. ¿Posibles consecuencias? pérdida de calidad, producciones que casi nunca entusiasmen y un prestigio ganado a pulso que puede ir transformándose en desprestigio. En cualquier caso, seamos optimistas y pensemos que siempre nos quedará la música, queremos decir, la ópera.
Comentarios