Memoria viva

50 Aniversario de la muerte de Wilhelm Furtwängler (y 4)

Carlos Ginebreda
viernes, 3 de diciembre de 2004
--- ---
0,0007886

  Hace relativamente poco Tully Potter (editor de Classic Record Collector) escribió un artículo en la revista The Strad (marzo de 2002) en el que describió las características principales del sonido de la Filarmónica de Berlín. En primer lugar, destacaba Potter que Berlín (al contrario de Viena, Dresde o Leipzig) no tiene una escuela local de cuerda, ya que los músicos de la Filarmónica se seleccionaban en época de Furtwängler de las mejores orquestas de toda Alemania (hoy se seleccionan de todo el mundo). En segundo, lugar, apuntaba Potter, los directores de la Filarmónica berlinesa nunca han sido instrumentistas de cuerda. La conclusión es que la Filarmónica, sin perder sus características fundamentales, ha sonado diferente con cada director titular.

 El sonido Furtwängler: “Sigamos al Profesor Goedecke”

El sonido Furtwängler es muy especial. Es un sonido arrollador, basado en las cuerdas graves. La distribución de la cuerda frente al podio era en época de Furtwängler la siguiente: al frente a la derecha, las violas, más a la derecha y al fondo los violonchelos, a su izquierda los primeros y segundos violines. Pero es que además Furtwängler exigía un sonido a la vez pesado y rotundo. Por ello los contrabajos eran fundamentales para él. Quería un sonido de gran profundidad (no todas las salas de concierto le servían igual y para cada una de ellas hacía una graduación diferente). Los músicos de la Filarmónica de los años 20 y 30, ante la titubeante y temblorosa forma de marcar de su director solían decir: “sigamos al profesor Goedecke y no nos equivocaremos”. Leberecht Goedecke era el primer contrabajo durante esos años.

Este sonido sorprendía y seducía tanto al aficionado más lego como al espectador más intelectual. En una ocasión Deryk Cooke, crítico de Gramophone y musicólogo estudioso de Wagner, Bruckner y Mahler, al final de un concierto londinense en que Furtwängler interpretaba la Cuarta Sinfonía de Schumann, saltó de júbilo gritando ¡“Bravo, bravo”! y apoyándose en un emocionado Schönzeler[nota 1], le dijo “¡A que no lo sabes hacer tú, ha pulverizado la obra, qué maravilla!” .

¿Quién eligió a Furtwängler para sus puestos de director en las mejores Orquestas?

Cabe preguntarse en este punto quiénes fueron las personas o entidades (también formadas por equipos directivos de personas) que eligieron a Wilhelm Furtwängler como director de las mejores orquestas de la época (que son y han sido las mejores orquestas europeas y del mundo).

 Permítame el lector una pequeña anécdota personal: en el año 1995 estuve en Viena, y en la estación del metro de la Ópera, vi a un hombre viejecito que caminaba muy despacio, él también cogía el metro. Lo reconocí prácticamente al instante, era Otto Strasser, que durante tantos años fue violinista de la Filarmónica de Viena. Automáticamente hice un breve viaje mental en el tiempo y pensé que aquel anciano (o sus compañeros un poco más veteranos) había tocado las mejores obras del repertorio musical bajo las batutas de Hans Richter, Felix Mottl, Hermann Levi, Richard Strauss, Gustav Mahler, Bruno Walter, Otto Klemperer, Wilhelm Furtwängler, Hans Knappertsbusch, Felix Weingartner, y un largo etcétera. También pensé para mis adentros que Strasser llegó a la Filarmónica en 1923 siendo muy joven y que tenía compañeros de atril como por ejemplo Arnold Rosé (amigo y cuñado de Mahler), que tocó en la Filarmónica de 1881 a 1931, y automáticamente pensé que muchos miembros de esta famosísima orquesta, y que eran mayores que Otto Strasser, estrenaron obras de Brahms, Bruckner, Strauss o Mahler, y que estos músicos conocieron directamente a muchos de los compositores del mejor repertorio musical centroeuropeo.

Veamos algunos fechas significativas. 1894: Hans Richter es nombrado Director de la Opera de Viena; 1896: Anton Bruckner muere dejando inacabada su Novena Sinfonía; 1897: fallece Johannes Brahms; 1898: Gustav Mahler es nombrado Director de la Opera de Viena; 1899: muere Johann Strauss (hijo); 1907: Mahler dimite de su cargo en la Opera de Viena; 1911: fallece Felix Mottl; etc. Todo ello lo vivió de adolescente nuestro admirado Wilhelm Furtwängler.

Pues bien, estos mismos músicos a través de sus órganos de gobierno, fueron los que escogieron a Furtwängler para sus puestos de responsabilidad en Berlín, Viena y Leipzig. Es decir, excelentes músicos que llevaban años en sus orquestas (por cierto, hoy día no se ven en las orquestas músicos con el cabello blanco, son orquestas -incluidas las más famosas- en las que abundan los jóvenes) y que, insisto, conocieron a los mejores compositores y directores de orquesta.

Furtwängler escuchando sus grabaciones

No hay excesivos testimonios de que a Furtwängler le gustasen sus grabaciones, pero hay algunos indicios sobre el sonido que le gustaba oir y que él aprobaba.

Ha explicado Curt Riess[nota 2] que en marzo de 1941 Furtwängler tuvo un accidente de esquí (se rompió 16 costillas y tuvo heridas de consideración en los brazos). Estaba convaleciente en Sankt Anton im Voralberg, y se acercó a una taberna para que le pusiesen la radio. Se había enterado que pondrían una grabación suya del Adagio de la Séptima de Bruckner. Mientras escuchaba la sinfonía pensó que nunca más podría dirigir algo como aquello y lloró amargamente.

También se sabe que aprobó las retransmisiones por radio producidas por Friedrich Schnapp, ingeniero que dirigía sus programas clásicos en la Radio del Reich. Es famoso su registro de la Tercera de Beethoven con la Filarmónica de Viena en 1944, pero también los registros en vivo con la Filarmónica de Berlín de finales de los cuarenta.

Pero, definitivamente, su viuda nos ha explicado[nota 3] que sí aprobó el sonido de los test pressings del Tristán de EMI. Esta grabación portentosa fue del agrado de Furtwängler, y con toda la razón: es un milagro, y puede que el mejor registro que se haya hecho nunca. Pero para nuestra desgracia no vivió los años del estéreo.

Lo que nos falta de Furtwängler

Mi admirado Richard Osborne, crítico de la revista Gramophone y biógrafo de Karajan, ha dejado escrito que falta una auténtica biografía de Furtwängler. Y es cierto, pues si bien a lo largo de este trabajo y en las notas a pie de página se han referenciado libros, artículos o páginas de internet donde puede hallarse abundante información, nos falta una biografía completa, al estilo de la Karajan por el mismo Osborne, o los dos tomos de la de Klemperer por Peter Heyworth. Hay muchos datos y mucha documentación, muchos aficionados y no tan aficionados que han archivado todo este material. Falta quien se ponga a ordenarlo y a dar una visión auténtica y de conjunto, de la figura de Furtwängler. Desconozco la de Herbert Haffner, recientemente editada en Alemania (por Parthas Verlag), pero mucho me temo, por las críticas que he leído, que no es lo que se esperaba.

The Illustrated London News (15 Diciembre 1934)

En castellano, las omisiones son mucho más graves. Es urgente la edición en castellano de las Conversaciones con Walter Abendroth traducidas por Ángel F. Mayo y no editadas. Pero también es imprescindible la traducción de obras como Über Wilhelm Furtwängler, memorias escritas por Elisabeth Furtwängler o también The baton and the Jackboot que son los recuerdos de Bertha Geissmar, y documento esencial de la época de preguerra y del nazismo. Muy interesante sería también la traducción de KraftProbe (que tiene su traducción inglesa como Trial of Strength) de Fred K. Prieberg, obra esencial (aunque un tanto espesa) en lo referente a los años del régimen nacionalsocialista y sus relaciones con Furtwängler.

Renée Tremine editó para Tahra en papel impreso una buena relación de los Conciertos y Representaciones de Ópera, que dirigió Furtwängler, así como una discográfía bastante completa (hay algunos errores) figurando esta discografía en CD Rom en Tahra 1090/1093. John Hunt, también editó hace años The Furtwängler Sound con una relación discográfica (también con algunas omisiones), y Henning Schmidt Olsen tiene editada en papel impreso una primera discografía, que la ha ido corrigiendo en su página de internet.

El Furtwängler imprescindible: Desert Island Furtwängler

En la página web de la Société Wilhelm Furtwängler, Philippe Leduc hace una selección con la que coincido plenamente, pero siguiendo esa costumbre de la BBC Radio 4, procedería antes de acabar con lo que sería mi selección de los Furtwängler Desert island discs. Esta breve sección de grabaciones de Furtwängler para una isla desierta es totalmente subjetiva y si acaso está dirigida a los que quieran descubrir a nuestro personaje. Por tanto, soy consciente de que faltan muchas grabaciones, pero ciñéndome a tan británica tradición, debo escoger ocho registros, a saber:

· Tercera de Beethoven 1944. Filarmónica de Viena (Tahra)

· Quinta de Beethoven 1954. Filarmónica de Berlín (Tahra)

· Novena de Beethoven 1954. Orquesta y coros del Festival de Bayreutrh (EMI)

· Primera de Brahms 1951. Orquesta de la NDR de Hamburgo (Tahra)

· Novena de Bruckner 1944. Filarmónica de Berlín (DG)

· Cuarta de Schumann 1953. Orquesta Filarmónica de Berlín (DG)

· Tristan e Isolda de Wagner. Orquesta Philhamonia y solistas (EMI)

· Escena final del Ocaso de los Dioses. Orquesta Philharmonia y Kirsten Flagstadt 1952 (EMI)

Elisabeth Schumann, John Knittel y Wilhelm Furtwängler en Egipto (1936)

Finale

Estos días recordamos a Furtwängler con nostalgia y emoción, y creo honestamente que no había nadie parecido a él antes ni lo habrá después. En el fondo Furtwängler fue fruto de una época, de una educación y de unos ideales que hoy, para algunos, parecen trasnochados. En cambio otros, entre los que me cuento, cada vez que escuchamos o sentimos una interpretación suya, nos hallamos muy cerca de lo que intuimos quiso el compositor, es una sensación diferente y auténtica. Como decía el propio Furtwängler dirigir o hacer música es un acto de amor; él lo hizo con sinceridad e intensidad, y así ha quedado grabado.

Merienda campestre ca. 1947

Tal vez fue idea de su viuda o del propio Furtwängler, pero en la lápida que cierra su tumba en el Bergfriedhof de Heidelberg está esculpido el último verso de los Cuatro Cantos Serios de Brahms: “y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres, pero el mayor de ellos es el amor”[nota 4].

Mientras recorro el cementerio del Bergfriedhof de Heidelberg por internet, suenan en mis oídos estas últimos versos, cantados por Fischer-Dieskau, recordando aquel frío 9 de diciembre de 1954 en que la Filarmónica y el barítono homenajearon a Furtwängler en el Berlín de la posguerra y de la guerra fría. Descanse en paz para siempre, Wilhelm Furtwängler.

Notas

HANS-HUBERT SCHÖNZELER "Furtwängler", Editorial Duckworth 1990

CURT RIESS "Wilhelm Furtwängler: Musik und Politik", editado en Berna 1953. En la página 247 habla del accidente de Furtwängler esquiando.

José Luis Pérez de Arteaga: Entrevista con Elisabeth Furtwängler (septiembre de 1976). Revista Ritmo, número 499, marzo de 1980.

Este verso está tomado del San Pablo, 1ª Carta a los Corintios, 13: 1-3, 12-13. No se sabe si Furtwängler era un hombre religioso, pero lo cierto es que cuando su esposa le dijo que quería bautizar a su hijo Andreas, Furtwängler le contestó que sí, pero que primero debían casarse por la iglesia (protestante).

Comentarios
Para escribir un comentario debes identificarte o registrarte.