Mi Carmen no se centra únicamente en la protagonista femenina de la historia, sino en el mal de amores de Don José.Incapaz de aceptar el deseo de libertad de su amante, emprende un camino de oscuridad, alimentado por la pasión y el deseo de venganza.

Van Cauwenbergh ha infundido a los integrantes de la compañía su lenguaje balletístico de orientación clásica de una manera colorista y virtuosa.

Cuatro piezas, dos de ellas estrenos mundiales, fueron presentadas esta tarde por tres consagrados coreógrafos: el propio Ben Van Cauwenbergh, Armen Hakobyan y Ana Maria Lucaciu.Los lenguajes balletísticos explorados en estas asombrosas coreografías muestran a las claras la diversidad de estilos y las infinitas posibilidades de evolución de la danza moderna.

Geréb y Schoeck intentan infructuosamente aquí darle un giro moderno y sazonar con bailarinas y bailarines de street dance y artistas de Spoken Word a una rareza del repertorio operístico clásico de trama muy simple, convirtiendo todo en un mamarracho sin ton ni son.

Frank Peter Zimmermann no busca el virtuosismo sino el refinamiento, tanto en los trinos como en los golpes en los agudos extremos del violín.

Al final la florista y Charlot se reencuentran.Ella ha recuperado la visión y ambos bailan un arrebatador pas de deux con fragmentos de la música de Luces de la ciudad.

Quería que la ropa fuera un cúmulo de contradicciones.Para añadir un toque cómico, llevaba un pequeño bigote que no ocultaba la expresión de mi rostro.La ropa parecía llenarme del espíritu del personaje.