Casi no hay tiempo para preparar este concierto (el 19 a la noche se supo la lista, el 20 se trabajó y el 21 por la tarde fue la función), así que no pueden pedirse milagros a la orquesta, esta vez dirigida por Ricardo Casero.
La mezzosoprano brasileña Marcela Rahal, de 33 años, y el tenor neozelandés Filipe Manu, de 30 años, ganadores ex aequo de la 61ª edición del Concurso Internacional de Canto Tenor Viñas, fundado en 1963.
Marie-Nicole Lemieux metió toda la carne en el asador y se metió al público en el bolsillo con una Alcina que fue, según los momentos y las arias, coqueta, imperiosa, cariñosa, sensual, suspicaz, ingeniosa, desesperada, brutal, terrible y hasta simpática
Natalie Stutzmann luce las armas que la han hecho famosa: timbre oscuro y aterciopelado, instrumento homogéneo con graves plenos aunque ligeramente velados, una buena coloratura que nunca avasalla al oyente y un enfoque dramático que busca la expresividad lejos del histrionismo y la sobreactuación.
Mineccia vuelve con un monográfico dedicado a una figura icónica de la ópera barroca, Orlando, a través de creaciones bien conocidas como 'Orlando furioso' de Vivaldi o 'Orlando' de Handel, pero también de otras obras salidas asimismo de la 'Gerusalemme liberata' de Torquato Tasso como 'Ariodante' de Handel
Marianne Crebassa es la mejor protagonista que la versión de Berlioz del Orfeo de Gluck podía contar, muy por encima de la escasa adecuación vocal de von Otter, Larmore y Kozená.Además, si la Podles estaba mejor acompañada cuando cantaba en italiano, Crebassa está perfectamente arropada por sus compañeras de reparto y por una orquesta de instrumentos originales, el Ensemble Pygmalion, que sigue la senda abierta por Gardiner en su acercamiento a la versión de Berlioz con un orgánico de instrumentos de época
Delphine Galou posee un instrumento sencillamente perfecto para la música religiosa, no solo porque responda a las demandas técnicas de cada una de las partes, sino porque su timbre y su temperamento casan muy bien con el espíritu de las obras, a las que dota de un sentido dramático apropiado, sin excesos más oportunos en la ópera, pero buscando insuflar de sentido musical cada palabra, a pesar del texto en latín, de modo que su interpretación no sea plana.
La sucesión de arias de ópera alternando con cantatas está bien planteada para lograr un contraste oportuno entre las piezas y mantener la atención del oyente, más aún cuando descubrimos además que, de la docena de piezas que han sobrevivido de La Candace, las tres grabadas son inéditas;