La trama sigue su curso archiconocido: el príncipe elegido para Livia por su madre encuentra el amor verdadero en Clara.Pero Livia sigue su propio derrotero, se libera de las ataduras de la bruja que es su progenitora, así como de su entorno y toma las riendas de su propia vida.
Mi Carmen no se centra únicamente en la protagonista femenina de la historia, sino en el mal de amores de Don José.Incapaz de aceptar el deseo de libertad de su amante, emprende un camino de oscuridad, alimentado por la pasión y el deseo de venganza.
Biología, biografía, geografía, todo esto se esconde en Biolographie.El Hombre baila al son del romántico Concierto de Rachmaninov, y se da al disfrute de un íntimo pas de deux que, en definitiva, debería quizá salvarlo de su desaparición como especie sobre la faz de la Tierra.
Duke Ellington fue el líder pionero de una big band y un compositor de jazz excepcional.Pero también era un creador fantástico que traspasaba las fronteras de los géneros y eso se puede escuchar en muchas grabaciones en pequeños conjuntos, aunque esto siempre queda un poco en segundo plano.
Brauweiler fue abadía benedictina durante 800 años, hasta que Francia ocupó estos territorios a orillas del Rin en 1802 y vino la secularización.Después, en el siglo XX, fue campo de concentración y centro de tortura de la tenebrosa Gestapo, bajo el régimen genocida nacionalsocialista de Adolf Hitler (1933-1945).
El acontecimiento fue único y quienes no asistieron al recital se perdieron realmente algo memorable.No solo por la combinación de piano y flauta en este Festival, sino por la brillante constelación de Beatrice Rana y Emmanuel Pahud hasta ahora no registrada en el mundo de la música clásica (al menos por estos lares).
El concierto de Busoni, una pieza hipertrófica y megalómana, con una parte pianística de una dificultad disparatada, es muy interesante, precisamente porque Busoni quería reunir todas las tendencias de su tiempo bajo un mismo techo y desarrollarlas aún más.
Batsashvili, primera y única mujer hasta ahora en ser distinguida con el Premio del Concurso Internacional de piano Franz Liszt de Utrecht (2014), irradia una fuerza y una hondura abisal poco comunes en sus exquisitas interpretaciones.
La narración del Allegro assai es prestissimo, tempestuosa, inatacable como un tornado, un estilo que comparte Buniatishvili con otros intérpretes de su generación.